Aprendiendo Sobre Educación En La Colombia Rural

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Comentario de Marshall Fritz
Mayo 12 del 2000

Originalmente diseñado para ser leído ante el Club Kiwanis de East Fresno, California.

English version

Una niña de tercer grado me dio una gran sorpresa cuando le pregunté por qué le gustaba su escuela, la cual ubicaba en una pequeña casa de dos habitaciones. Según ella, a los estudiantes de allí se les enseña que su trabajo es aprender, y que el trabajo de los maestros es, principalmente, ayudar a los niños a ser sus propios educadores.

 

Esto ocurrió en Tenjo, población que está a una hora de Bogotá, capital de Colombia. Esta escuela es una de las 18,000 que integran el programa Escuela Nueva, una innovación colombiana en educación que ya tiene 25 años de funcionamiento.

 

Posteriormente nos dimos cuenta que algunos de estos niños caminan dos horas cada día, pasando de largo por la escuela tradicional de su pueblo; esto porque sus padres creen que la Escuela Nueva, que usa un sistema de múltiples grados, es mejor que la escuela de sistema convencional. Esto explica porqué una niña de ocho años da una respuesta de corte pedagógico a mi pregunta, cuando lo normal en los Estados Unidos habría sido escuchar respuestas del tipo: “porque mis amigos están aquí” o “por los deportes, la banda y otras actividades extracurriculares.”

 

El grupo de visitantes se componía de mexicanos y Norteamericanos, cada uno de los cuales tenía sus propias razones para pasar tres días en Colombia examinando directamente estas escuelas.

 

Un constructor de viviendas vino porque busca alternativas que permitan mejorar el acceso y la calidad de la educación para los latinoamericanos más pobres. Un maestro de New York busca revelaciones educativas, pese a que acaba de terminar un libro el cual, después de haber leído la versión preliminar, creo será el más revolucionario que se haya escrito en materia de educación. Los mexicanos de la delegación buscan mejorar la educación en su país. Yo me dedico a estudiar otras culturas en mi esfuerzo por promover la libertad educativa en los Estados Unidos. Yo trabajo para encontrar alternativas educativas para los pobres que no involucren a las autoridades estatales, federales, ni locales, tanto en el financiamiento como en la obligatoriedad de la educación.

 

Todos hemos aprendido que los colombianos han hecho grandes avances, los cuales pueden ser copiados y mejorados. Infortunadamente, también pude ver que ya han dado los primeros pasos para destruir su maravillosa creación. Además de las cuestiones educativas, todos estábamos impresionados por la belleza del paisaje campesino, el cual luce como un paisaje suizo sin nieve. Finalmente, hay que decir que nos agradó la sensación de seguridad que sentimos. De hecho, a los “gringos” el departamento de estado nos advierte constantemente que no viajemos a Colombia.

 

Unas palabras antes de que describa el sistema de Escuela Nueva. Cualquier sistema de educación debe estar acorde con la cultura. Nuestro trabajo no se dirige al mejoramento de las escuelas élite de los Estados Unidos, las escuelas Montessori o Sudbury. Nuestro amigo el constructor desea reducir el costo de recibir educación K-6 de calidad en los países en desarrollo, llevándolo hasta un nivel de US $ 2 a 3 por semana. Aquí voy a presentar cuatro items que me impresionaron especialmente:

 

  1. Las Escuelas Nuevas tienen entre 50 y 80 niños.
     
  2. Las escuelas tienen un sistema de grado múltiple, similar al que usaba la estimada señorita McLumphy en una sola habitación, en la cual tenía alumnos desde los seis hasta los 14 años.
     
  3. En las Escuelas Nuevas, los niños usan textos sencillos de autoenseñanza (los cuales, para mi asombro, duran veinte años.)
     
  4. Los niños trabajan en grupos de tres o cuatro, y su progreso se hace a través de guías que se desarrollan en la medida de las posibilidades del grupo. Esto permite a los niños ausentarse de la escuela por largos períodos, lo cual es usual en épocas de cosecha, sin tener que repetir el año escolar completo. 

Infortunadamente, nuestros amigos latinoamericanos han comenzado a destruir sus ogros educativos imponiendo el sistema de Escuelas Públicas. En estas, se combinan niños de diferentes religiones y creencias. Esto en principio suena bien, si se quiere progresar en términos de armonía y tolerancia.

 

Sin embargo el precio que se paga es muy alto. Progresivamente, la educación se ha ido convirtiendo en un mero entrenamiento. Esto porque se han reducido las oportunidades de que maestros y estudiantes discutan cuestiones fundamentales para nuestra especie, tales como “¿Por qué estoy aquí?” o “¿Cuál es el propósito de la vida?”

 

La destrucción comienza con la remoción de temas religiosos que puedan ofender a una minoría. Por ejemplo, cuando visitamos una Escuela Nueva católica financiada por el gobierno, vimos qiue los maestros no pueden tener imágenes de Cristo o de la Virgen en el salón porque eso puede ofender a dos estudiantes evangélicos.

 

Aún más, el Ministerio de Educación ha removido cualquier referencia a Cristo de todos los textos que no sean de religión. Este propósito de compartimentalizar a Cristo en dos horas a la semana viola el precepto católico (que es el mismo musulmán, luterano, episcopaliano y presbiteriano) de que el concepto de Dios debe permear todo, como el azúcar permea un postre, pues de lo contrario se tendrá solo una crema insípida con azúcar a un lado.

 

Pero volvamos al lado positivo: Un funcionario del Banco Mundial nos informó de forma privada que esa institución financia pequeñas escuelas de 10 a 15 niños en la población portuaria de Buenaventura, e inmediatamente empezamos a planear un nuevo viaje. Estas escuelas se llaman “Escuela Nueva Urbana.” Se trata de 80 escuelas que ayudan a los niños más pobres a desarrollar actitudes y conocimientos que les permitan salir de su agobiante pobreza.

 

No nos hacemos ilusiones: tratar de enmendar el sistema norteamericano de escuelas públicas no va a producir ningún resultado de valor. Para nosotros es claro que, a medida que buscamos la separación de la escuela y el estado, encontraremos muchas respuestas entre los más pobres de nuestro continente. Esa pequeña niña que mencioné nos dio una pista que nos puso en la ruta del mejoramiento.


Marshall Fritz es presidente de la Alianza para la Separación de la Escuela y el Estado. Esta es una entidad sin ánimo de lucro que tiene como propósito de mejorar la educación para todos, especialmente para los más pobres, buscando desligar al estado del financiamiento de las ewcuelas y el contenido de la educación.

 

Si quiere saber más sobre nuestro movimiento, visite nuestra página web SchoolandState.com